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Urdangarin, un mileurista sin casa ni coche

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Que la vida de muchas vueltas es algo que ha vivido en sus carnes el que, a día de hoy, “interrupción” de por medio, sigue siendo el cuñado del rey Felipe VI. El ex jugador de balonmano fue en su día propietario junto a su esposa, la infanta Cristina, de un mal llamado Palacete en el barrio barcelonés de Pedralbes amen de dirigir la Fundación Nóos, con la que expolió a los gobiernos balear y valenciano y por cuya mala praxis terminó con sus huesos en prisión. Aquel guapo deportista licenciando en Esade se paseaba por Barcelona o Mallorca rodeado de escoltas y era el yerno ejemplar de una monarquía que entonces aún depositaba su titularidad en Juan Carlos I. Hoy, Urdangarin es un hombre al que la cárcel ha envejecido por fuera y por dentro y que vive de prestado en casa de su madre.

Iñaki Urdangarin

Urdangarin con su familia. / Gtres

El domicilio en el que creció en Vitoria ha vuelto a ser su hogar a sus 54 años. La urbanización en la que pasó su juventud, es de nuevo la residencia en la que se despierta cada madrugada para llegar, pasadas las ocho de la mañana, a la auditoría en la que trabaja en el centro de Vitoria. Lo hace en bici, su único medio de transporte propio según palabras recientes de su abogado, Mario Pascual Vives, en la emisora catalana RAC1. No tiene vehículo propio pero sí dos escoltas que le proporciona el Ministerio de Interior y que le llevan a dónde necesite. Si lo hace solo, como sucedió la pasada semana cuando se trasladó a Ginebra para decidir los términos de su separación de la infanta Cristina, utiliza un coche familiar.

Iñaki Urdangarin no tiene nada a su nombre. La mansión que en sus años dorados compró junto a la infanta Cristina en Barcelona la tuvo que vender a un fondo de inversión para pagar la multa con la que se condenó en el caso Nóos, que superaba el medio millón de euros. También se quedó en el camino su piso de soltero. La casa familiar de Ginebra, en la que reside en la actualidad la infanta Cristina junto a su hija Irene (16), es una vivienda alquilada.

Iñaki Urdangarin, entrando a su trabajo. / Gtres

Iñaki Urdangarin, entrando a su trabajo. / Gtres

La jueza de Instituciones Penitenciarias le concedió en enero del 2021 el tercer grado al ex duque de Palma amparándose en el arraigo de la vivienda familiar de Vitoria, en la que hacía años que vivía sola Claire Liebaert, desde que en 2012 falleció su marido, Juan María Urdangarín. Ahora, ha recuperado a su hijo, Iñaki, al que espera cada día a su regreso del trabajo en torno a las cinco de la tarde. Madre e hijo pasan largas horas juntos y se hacen compañía. Tras el aislamiento de dos años vivido en la prisión de Brieva, regresar cada día a casa junto a su madre es una bendición. Claire corre con todos los gastos de la vivienda y del día a día, y lo hace feliz. Ella también ha roto su soledad, pese a que muy cerca de su residencia viven casi todos sus hijos y nietos. Los Urdangarin son una familia muy unida que ha arropado a Iñaki de forma incondicional.

Urdangarin

Iñaki y doña Cristina durante unas vacaciones. / Gtres

“Menos de 1000 euros”. Ese es el sueldo que el todavía marido de la infanta Cristina percibe por su trabajo en la asesoría Imaz, gracias al que pudo terminar de conseguir un tercer grado que es el paso previo a la libertad condicional. Esta, si todo sigue su curso, llegará en primavera. “Vive de su madre y de su mujer”, confirmaba el letrado catalán. Con la primera vive y convive. La segunda, se encarga de mantener a los cuatro hijos del matrimonio, que en la actualidad viven y estudian en distintas ciudades europeas. Mientras la pequeña de la familia termina su bachiller en Ginebra, Miguel (19) estudia Ciencias del Mar en Londres, Pablo reside en Barcelona (21), donde estudia y juega en el equipo de balonmano que vio triunfar a su padre y, el mayor, Juan, (22) estudia a caballo entre Madrid y Ginebra. Un plan familiar de un elevadísimo coste que asume la Infanta con su doble trabajo en la fundación Aga Khan y en La Caixa y con la ayuda de los Reyes Eméritos, quienes nunca han soltado su mano pese a las crisis vividas en todos estos años.

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